viernes, 31 de enero de 2020

La cruda realidad de nuestro natural, normal, común y corriente egocentrismo diario.


Esto es agua

Están dos peces nadando uno junto al otro cuando se topan con un pez más viejo nadando en sentido contrario, quien los saluda y dice, “Buen día muchachos ¿Cómo está el agua?” Los dos peces siguen nadando hasta que después de un tiempo uno voltea hacia el otro y pregunta “¿Qué demonios es el agua?”
Este es un requerimiento estándar para los discursos en las ceremonias de graduación, el uso de una pequeña y didáctica historia. El cuento resulta ser uno de los métodos más ejemplificativos y menos tediosos del género, pero si creen que planeo presentarme aquí como el pez viejo y sabio que les va a explicar a ustedes, jóvenes peces, qué es el agua, por favor no lo hagan. No soy el pez viejo y sabio.
El punto de la historia de los peces es simplemente que las realidades más obvias e importantes son con frecuencia las más difíciles de ver y sobre las que es más difícil hablar. Enunciado como una frase, por supuesto, éste es sólo un lugar común como cualquier otro, pero el hecho es que en las trincheras del día a día de la existencia adulta, los lugares comunes pueden tener una importancia de vida o muerte, o por lo menos de ello me gustaría hablar en esta despejada y encantadora mañana.
Claro que el principal requisito para este tipo de discursos es que debo hablar sobre el significado del estudio de las ciencias sociales y humanidades, tratar de explicar por qué el título que están a punto de recibir tiene un valor humano real y no sólo un fin material. Hablemos entonces del cliché más generalizado en los discursos de graduación, que es que la formación en ciencias sociales y humanidades tiene como objetivo tanto proveerlos de conocimiento como enseñarles cómo pensar. Si ustedes son como yo cuando era estudiante, no debe gustarles escuchar este tipo de cosas, e incluso se sienten un poco ofendidos por la afirmación de que necesitan que alguien les enseñe cómo pensar, dado que el hecho de que hayan sido aceptados en una universidad tan buena como ésta parece probar que ya saben hacerlo. Sin embargo, vengo a plantear que el cliché no resulta ser para nada insultante, porque lo que verdaderamente importa para su educación –misma que se supone reciben en una escuela como ésta- no gira en torno a la capacidad para pensar sino en decidir sobre qué decidimos pensar.
Si su total libertad de pensamiento con respecto a las decisiones sobre qué pensar les parece demasiado obvia como para desperdiciar tiempo discutiéndola, les pediría que piensen sobre los peces y el agua, y que sólo por un par de minutos hagan un paréntesis en su escepticismo sobre el valor de lo totalmente obvio.
Aquí va otra pequeña y didáctica historia. Están dos hombres sentados juntos en un bar ubicado en una parte remota de Alaska. Uno de los hombres es religioso, el otro es ateo, y los dos discuten sobre la existencia de Dios con esa especial intensidad que viene después de la cuarta cerveza. Entonces el ateo dice: “Mira, no es que no tenga razones para no creer en Dios, no es que nunca haya experimentado el Creo-En-Dios-Y-Rezo y esas cosas. Justo el mes pasado me agarró una tormenta de nieve lejos de casa, estaba totalmente perdido y no podía ver nada, la temperatura era cincuenta grados bajo cero, entonces lo intenté: me arrodillé en la nieve e imploré ‘Oh, Dios, ¡si es que existes! Estoy perdido en la nieve y moriré si no me ayudas’”. El hombre religioso mira desconcertado al ateo y dice “Entonces debes creer ahora, después de todo aquí estás, vivo”. El ateo mueve la cabeza y dice: “No, hombre, lo único que pasó es que casualmente un par de esquimales pasaban por ahí y me mostraron el camino de regreso”.
Es fácil ver esta historia a través del cristal con el que normalmente se analizan este tipo de situaciones en cualquier carrera de ciencias sociales y humanidades: exactamente la misma experiencia puede significar dos cosas completamente diferentes para dos personas, considerando las diferentes creencias y patrones, y las diferentes formas de construir significados basados en la experiencia. Como priorizamos la tolerancia y la libertad de pensamiento, por supuesto que no vamos a querer afirmar que una interpretación es verdadera y la otra falsa o mala.
Lo cual está bien, excepto por el hecho de que nunca terminamos hablando sobre de dónde vienen estas creencias y patrones. Es decir, de dónde vienen dentro de estos dos hombres. Como si la orientación más básica de una persona, y el significado de su experiencia fueran de alguna manera inherentes a ella, como la altura o el número de zapato; o fueran automáticamente absorbidos de la cultura, como el lenguaje. Como si la forma de construir significados no fuera el resultado personal e intencional de una decisión consciente. Además, tenemos la cuestión de la arrogancia. El ateo está convencido de que el hecho de que los dos esquimales hayan pasado en ese momento no tuvo nada que ver con su rezo pidiendo ayuda. Cierto, también hay un montón de religiosos arrogantes y seguros de sus propias interpretaciones. Son probablemente más repulsivos que los ateos, y que, por lo menos, la mayoría de nosotros. Pero el problema de los dogmáticos religiosos es exactamente igual al del no-creyente de la historia: la certidumbre ciega, una mente cerrada que equivale a un aprisionamiento tan absoluto donde el mismo prisionero ignora que está encerrado.
El punto es que pienso que ésta es una parte de lo que el mantra de “enseñar cómo pensar” debe significar: ser un poco menos arrogantes, tener “consciencia crítica” sobre mí mismo y mis certidumbres…porque un buen porcentaje de las cosas que doy por dadas, resultan eventualmente diluidas e incorrectas. Yo he aprendido esto de la manera difícil, como seguramente ustedes también lo harán.
 Aquí va un ejemplo del carácter erróneo que hay en las cosas sobre las cuales tiendo a estar automáticamente seguro:  “Todo en mi inmediata experiencia sostiene mi profunda creencia de que yo soy el centro absoluto del universo, la más real, vívida e importante persona en la existencia.” Raramente pensamos en este tipo de este egocentrismo natural por el hecho de que es socialmente repulsivo, pero en el fondo es básicamente el mismo en todos nosotros. Es nuestra configuración predeterminada, inherente a nosotros desde el nacimiento. Piensen en esto: no existe ninguna experiencia que hayan tenido en la cual ustedes no hayan sido el centro de la misma. El mundo como lo viven está ahí en frente a ustedes, o detrás, o a un lado, en frente, o en la televisión, o en su monitor, o en dónde sea. Los sentimientos o ideas de otras personas tienen que ser comunicadas a nosotros de alguna manera, pero las propias son inmediatas, urgentes, reales. Ya van entendiendo. Pero por favor no se preocupen que me esté preparando para predicar sobre la compasión o las también llamadas “virtudes”. Esto no se trata de virtud sino sobre decidir cambiar, o liberarse de alguna manera, de esa configuración predeterminada, la cual es: ser profunda y literalmente egocéntrico, y ver e interpretar todo a través del lente de sí mismo.
 Las personas que pueden ajustar su configuración predeterminada de esta manera son con frecuencia denominadas “bien equilibradas”[1], término que, sugiero, no es fortuito. Siguiendo la línea académica, una pregunta obvia sería qué tanto de este ajustarnos a nuestra configuración predeterminada involucra realmente conocimiento o intelecto. No es de extrañar que la respuesta sea: depende de qué tipo de conocimiento del que estemos hablando.
 Probablemente el aspecto más peligroso de la educación académica, por lo menos en mi caso, es que posibilita mi tendencia a sobre-intelectualizar las cosas, a perderme en el pensamiento abstracto en lugar de simplemente poner atención a lo que está pasando frente a mí. En lugar de poner atención a lo que está pasando dentro de mí. Como seguramente a estas alturas ya saben, es extremadamente difícil mantenerse alerta y concentrado en vez de quedarse hipnotizado por el constante monólogo que tiene lugar dentro de nuestra cabeza. Lo que todavía no saben son las implicaciones de esta lucha.
 A veinte años de haberme graduado, me he dado cuenta paulatinamente de estas implicaciones, y advertí que el cliché universitario de “enseñarte cómo pensar” era realmente la síntesis de una muy importante y profunda verdad. “Aprender a pensar” realmente significa aprender a ejercer cierto control sobre cómo y qué es lo que pensamos. Significa estar lo suficientemente conscientes para escoger a qué le ponemos atención y decidir cómo vamos a construir significados a través de la experiencia. Porque si ustedes no pueden o no quieren ejercer este tipo de decisiones en su vida adulta, estarán totalmente derrotados. Piensen en el viejo cliché de cómo la mente es un “excelente sirviente pero un pésimo amo”. Éste, como muchos otros clichés, tonto y banal en la superficie, en realidad expresa una gran y terrible verdad. No es coincidencia que la mayoría de los adultos que se suicidan con armas de fuego siempre se disparen a sí mismos en…la cabeza. Y la verdad es que la mayoría de estos suicidas estaban muertos mucho antes de jalarle al gatillo.
 Y esto es realmente, sin mentiras ni bromas, de lo que su educación debe tratarse: cómo evitar ir por tu confortable, próspera y respetable vida adulta, siendo un muerto, inconsciente, esclavo de tu cabeza y de tu configuración predeterminada, esa que te hace estar única, completa y totalmente solo día tras día. Esto puede sonar a una exageración o un sinsentido abstracto. Entonces hagámoslo concreto. El hecho es que ustedes recién graduados todavía no tienen idea de lo que “día tras día” realmente significa.
 Resulta que hay una buena parte de la vida adulta americana de la cual nadie habla en los discursos de graduación. Esa parte involucra aburrimiento, rutina y una bonita frustración. Los padres y las personas más grandes aquí entenderán perfectamente de lo que hablo. Por ejemplo, supongamos que este es un día normal en la vida adulta, se levantan en la mañana, se dirigen a su desafiante trabajo de oficina digno de un graduado, trabajan por nueve o diez horas, al final del día están cansados y muy estresados: todo lo que quieren es irse a su casa, prepararse una buena cena, tal vez despejarse un rato y dormirse temprano porque tienen que levantarse temprano al día siguiente a hacer lo mismo de nuevo.
 Pero de repente recuerdan que no hay comida en la casa –no han tenido tiempo suficiente para comprar comida esta semana a causa del desafiante trabajo- entonces al final del día tienen que subirse al automóvil y manejar hasta el supermercado. Es la hora que marca el fin de la jornada laboral y el tráfico es espantoso, entonces llegar a la tienda toma mucho más tiempo del que debería, y cuando finalmente llegan ahí, el supermercado está atiborrado de gente, porque por supuesto es la hora del día en que las demás personas que también tienen trabajo tratan de hacer cabida en su horario para ir de compras al supermercado, y la tienda está horrorosa y fosforescentemente iluminada, ambientada con espantoso pop corporativo o esa genérica música de fondo capaz de matar almas. Es el último lugar en el que quisieras estar pero no puedes entrar y salir inmediatamente. Tienes que deambular por los inmensos y saturados pasillos para encontrar las cosas que quieres, tienes que maniobrar con tu carrito entre todas las demás personas, que también están cansadas y tienen su propio carrito, y por supuesto están los viejos que se toman todo el tiempo del mundo, los que toman demasiado espacio, los niños hiperactivos, y tú tienes que poner la mandíbula dura y ser amable mientras les pides que te dejen pasar, hasta que por fin encuentras lo que buscabas, sólo que ahora no hay suficientes cajas abiertas a pesar de que la tienda está llena, entonces la fila para pagar es interminable. Lo cual es estúpido e irritante, pero no puedes desahogar tu ira con la frenética señora trabajando en la caja registradora, quien para ese entonces ya ha trabajado más horas de las que le tocan al día en un trabajo cuya rutina e insignificancia sobrepasan la imaginación de cualquiera de nosotros aquí en esta prestigiosa universidad…Pero bueno, finalmente llegas al frente de la fila y pagas por tu comida, y esperas tu cambio o a que una máquina apruebe tu tarjeta para después escuchar un “Que tenga un buen día” en una voz que suena como la muerte misma.
 Y después tienes que llevar tus feas y poco sólidas bolsas de plástico en tu carrito que tiene una de esas llantas locas que lo hacen moverse irremediablemente a la izquierda, todo mientras pasas por un estacionamiento sucio y lleno de gente, y tratas de subir las bolsas a tu automóvil de manera que nada se vaya a salir y rodar por la cajuela durante el camino, y luego tienes que manejar en medio de un lento y pesado tráfico para llegar a tu casa, etcétera, etcétera. Todos han pasado por esto, claro, pero todavía no ha sido parte de la rutina de ustedes, graduados, día tras semana, tras mes, tras año. Pero lo será, junto con otras rutinas no menos aburridas, tediosas y sin sentido. Excepto que ese no es el punto. El punto es que dentro de toda esta mierda frustrante entra el trabajo de escoger.
 Como el tráfico es lento, los pasillos atestados y la fila para pagar larga, si no hago una decisión consciente sobre qué pensar y a qué ponerle atención, estaré enojado y seré miserable cada vez que tenga que ir de compras al supermercado, porque mi configuración natural hace que en situaciones como estas todo gire en torno a mí, mi hambre, mi fatiga, mis ganas de irme a casa, y parecerá que todos los demás en el mundo están en mi camino, y a todo esto, ¿quién chingados son todas estas personas en mi camino? Y mira qué repulsivas lucen la mayoría de ellas y cómo parecen ovejas haciendo fila en la línea para pagar, o qué tan irritante y descortés es que las personas hablen así de fuerte por celular en medio de la fila, y, miren qué injusto es esto: he trabajado realmente duro todo el día, tengo hambre, estoy cansado y no puedo irme a mi casa por culpa de estas estúpidas y malditas personas. O, por supuesto, si estoy en una forma más socialmente consciente de mi configuración predeterminada, puedo pasar mi tiempo atorado en el tráfico estando enojado y disgustado con todas esas gigantes y estúpidas camionetas familiares, Hummers pick ups mientras gastan su derrochador y egoísta tanque de 150 litros, y puedo extenderme hablando de cómo las calcomanías religiosas o patrióticas parecen siempre estar pegadas en los vehículos más monstruosos manejados por los más feos, desconsiderados y agresivos conductores, quienes además suelen hablar por celular mientras tocan su claxon solo para ponerse seis estúpidos metros adelante en el tráfico, y puedo pensar en cómo los hijos de nuestros hijos van a odiarnos por haber desperdiciado todo el combustible del futuro y probablemente haber jodido el clima, y en cómo todos somos malcriados, estúpidos y egoístas, y cómo todo apesta, y así sucesivamente… Miren, si decido pensar así está bien, muchos de nosotros lo hacemos, excepto que ese pensamiento tiende a ser fácil y automático, no tiene que representar ninguna elección.
 Pensar de esta manera es mi configuración predeterminada. Es la forma automática e inconsciente con la que experimento lo aburrido y frustrante de la vida adulta, una vez que opero con la automática e inconsciente creencia de que soy el centro del mundo y que mis necesidades y sentimientos inmediatos son lo que deben de determinar las prioridades del mundo. La cosa es que obviamente hay diferentes maneras de pensar este tipo de situaciones.
 Hay mucho tráfico, todos estos vehículos están parados y estorbándome en el camino: no es imposible pensar que algunas de esas personas manejando camionetas familiares hayan estado en horribles accidentes automovilísticos en el pasado y ahora manejar para ellos se ha vuelto una experiencia tan traumática que su terapista no ha tenido más remedio que aconsejarles comprar una camioneta grande en la que se sientan suficientemente seguros al manejar; o que la Hummer que se acaba de meter en frente de mí está siendo manejada por un padre cuyo hijo está herido o enfermo en el asiento de copiloto, y está tratando de evadir el tráfico para llegar pronto al hospital, y que tiene una prisa más legítima que la mía. Realmente soy yo quien está atravesándose en su camino. O puedo escoger forzarme a considerar que muy probablemente las demás personas haciendo fila en el supermercado están tan aburridas y frustradas como yo, y que en lo general algunos de ellos tal vez tengan vidas mucho más difíciles, tediosas o dolorosas que la mía. Y así sucesivamente.
 De nuevo, por favor no piensen que les estoy dando un consejo moral, o que estoy diciendo que “tienen que” pensar de esta manera, o que alguien automáticamente espera ello de ustedes, porque es difícil, toma voluntad y esfuerzo, y si son como yo, algunos días no serán capaces de hacerlo, o no querrán hacerlo. Pero la mayoría de los días, si están lo suficientemente atentos como para decidir, pueden decidir ver diferente a la señora gorda con mal de ojo y demasiado maquillaje que acaba de gritarle a su hijo en la fila para pagar. Tal vez ella no siempre es así; tal vez lleva tres noches seguidas sosteniendo la mano de su marido quien está muriendo de cáncer, o tal vez esta misma señora es la empleada mal-pagada de oficina, que justo ayer, te ayudó a resolver un engorroso trámite ejerciendo un pequeño acto de bondad burocrática. Claro, ninguno de estos casos es probable, pero tampoco imposible. Depende de qué es lo que ustedes prefieran considerar.
Si están automáticamente seguros de saber qué es la realidad y quiénes y qué es importante –si quieren operar con su configuración predeterminada- entonces ustedes, como yo, probablemente no van a considerar ningún escenario que no sea fastidioso o sin sentido. Pero si realmente han aprendido cómo pensar, cómo poner atención, entonces sabrán que tienen más opciones. Estará en sus manos hacer de una situación lenta, infernal y estresante no sólo una experiencia significativa sino algo sagrado, un fuego con la misma fuerza que enciende las estrellas; compasión, amor, la subsuperficie de todas las cosas. Esta onda mística no necesariamente tiene que ser verdad: la única Verdad que lleva mayúsculas aquí es que ustedes tienen la capacidad de decidir cómo quieren ver las cosas. Esto, me parece, es la libertad de la educación verdadera, de aprender cómo estar “bien-equilibrados”: Ustedes pueden decidir conscientemente qué tiene importancia y qué no. Ustedes deciden qué es lo que van a adorar, porque aquí hay otra cosa que es verdad: en el día a día de la vida adulta no existe tal cosa como el ateísmo. No existe tal cosa como no adorar nada. Todo el mundo adora algo. La única elección está en qué decidimos adorar. Y una gran razón para decidir adorar a algún dios o algo parecido a un espíritu –llámese Jesucristo, Allah, Yavé, la Diosa Madre, Las Cuatro Nobles Verdades o una colección de principios infrangibles- es que prácticamente cualquier cosa que adores te comerá viva. Si adoran el dinero y las cosas –si eso es lo que consideran que tiene verdadera importancia en la vida- entonces nunca tendrán suficiente. Nunca van a sentir que tienen suficiente. Es la verdad. Adorar su propio cuerpo, belleza o encanto sexual siempre los hará sentirse feos, y cuando la edad se empiece a notar en ustedes, habrán muerto un millón de veces antes de que los entierren. Hasta cierto punto ya todos sabemos estas cosas –han sido codificadas como mitos, proverbios, clichés, trivialidades, epigramas, parábolas: el esqueleto de toda buena historia.
 El secreto está en mantener esta verdad en frente de nosotros diariamente. Si adoras el poder te sentirás débil y con miedo, y necesitarás más poder sobre otros para anestesiar el miedo. Si adoras tu intelecto, o ser considerado inteligente, terminarás sintiéndote estúpido, un fraude siempre a punto de ser descubierto. Y así sucesivamente. Miren, la cosa más insidiosa de estas formas de adoración no es que sean malignas o llenas de pecado; es que son inconscientes. Son configuraciones predeterminadas. Son el tipo de adoración que gradualmente nos atrapa, día a día, haciéndonos más selectivos en lo que vemos y en cómo medimos el valor de las cosas sin ni siquiera estar plenamente conscientes de que lo estamos haciendo. Y el llamado “mundo real” no te desanimará a operar con tu configuración predeterminada, porque el llamado “mundo real” de hombres, dinero y poder se lleva bastante bien con el combustible del miedo, desprecio, deseo, frustración y la adoración de sí mismo.
 Nuestra misma cultura contemporánea le ha puesto un arnés a estas fuerzas de modo que han cedido el paso a la riqueza, el confort y la libertad personal. La libertad para ser amos de nuestro pequeño reino, solos en el centro de toda creación. Este tipo de libertad suena muy atractiva. Pero por supuesto hay diferentes tipos de libertad, y del tipo más preciado de libertad no van a escuchar hablar mucho allá afuera en el mundo competitivo del ganar, conseguir y mostrar.
 El tipo de libertad más importante involucra atención, consciencia, disciplina, esfuerzo, y ser capaces de preocuparse realmente por las demás personas y sacrificarse por ellas, una y otra vez, realizando miles de pequeños, y nada sexys, actos, día tras día. Esa es la verdadera libertad. Eso es ser enseñado a cómo pensar. La alternativa es la inconsciencia, la configuración predeterminada, la “carrera de ratas” –la constante e insistente sensación de haber tenido y perdido algo infinito. Ya sé que todo esto probablemente no suena nada divertido, refrescante o inspirador como suelen hacerlo los discursos de las ceremonias de graduación. Lo que es, como lo veo hasta ahora, es la verdad, con un montón de basura retórica recortada. Obviamente pueden pensarlo cómo ustedes deseen. Pero por favor no lo vean como un sermón en donde la Dra. Laura[2] mueve el dedo índice como metrónomo y de forma acusadora.
 Nada de esto se trata de moral, religión, dogma o sofisticadas preguntas sobre la vida después de la muerte. La cuestión aquí, es la vida antes de la muerte. Es llegar hasta los treinta, o tal vez incluso los cincuenta, sin querer dispararse a sí mismo en la cabeza. Es sobre el verdadero valor de la educación, que no tiene que ver con calificaciones o títulos sino con la simple conciencia –conciencia de lo que es real y esencial, tan escondido a simple vista alrededor de nosotros, que tenemos que recordarnos a nosotros mismos una y otra vez:
“Esto es agua.”
“Esto es agua.”
“Estos esquimales pueden ser mucho más de lo que parecen.”
Es inimaginablemente difícil hacer esto –vivir de manera consciente, adulta, día tras día. Lo que significa que una vez más el cliché es cierto: su educación realmente es el trabajo de una vida, y comienza ahora.
 Les deseo mucho más que suerte.

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texto del escritor  estadounidense David Foster Wallace (1962-2008). Publicó una decena de libros de ensayos y no-ficción, tres libros de cuentos y tres novelas (La última The Pale King fue publicada post mortem) entre ellas ‘La broma infinita’ (Infinite Jest, 2002) considerada su obra más importante y una de las mejores novelas escritas en lengua inglesa desde 1923 hasta 2006. Este ensayo fue leído originalmente en la ceremonia de graduación para la generación de 2005 en la Universidad de Keyton. Fue publicado en 2009 por la editorial Little, Brown and Company. La traducción corre a cargo de Pablo Robles Gastélum.


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Hermoso cuento sufí

Hazrat Junaid Baghdadi atravesaba el mercado con sus discípulos. De pronto miró a un hombre jalando a su vaca con una cuerda, y le pidió que parara por un instante. A continuación les dijo a sus discípulos, “rodeen a este hombre y su vaca. Les voy a enseñar algo. Ahora les pregunto algo: ¿Quién está ligado a quien? ¿Es la vaca ligada al hombre o es el hombre ligado a la vaca?” Los seguidores le contestaron “La vaca está atada al hombre. El hombre es el dueño, el sostiene la cuerda, por lo tanto, la vaca lo sigue a donde quiera que el vaya”. Junaid contesta “ ahora miren”. En seguida corta la cuerda y la vaca sale huyendo. El hombre comienza a correr detrás de la vaca y Junaid les dice “ ahora observen quien es el dueño; la vaca no está interesada en absoluto en este hombre, de hecho, esta corriendo de el para escapar. El dueño le grita mientras persigue a la vaca. “¿Qué clase de experimento es esteeeeee?.... “ Junaid les explica a sus discípulos, “Es lo mismo que pasa con sus mentes. Todos los disparates que llevan dentro, no están interesados en ustedes. Ustedes están interesados en ellos. Y ustedes casi locos tratando de hacer lógica para no perder la cordura. En el momento que pierden interés, el momento exacto que se dan cuenta de su inutilidad, los disparates comenzarán a desaparecer; al igual que la vaca, escaparán...”

lunes, 15 de abril de 2019

La gente ignora el inmenso poder que tiene. El poder de crear la realidad.

No sé como fue, pero en algún momento del camino perdimos el poder, la autoridad sobre nosotros mismos, es decir, sobre nuestro mundo, sobre nuestra realidad.
Ejemplo 1:

En la televisión dijeron que este año estará de moda el color violeta. La gente lo acepta y lo cree e inmediatamente y a partir de ese momento se pone en marcha un mecanismo aparentemente invisible que transforma esta creencia en una realidad.
 Los negocios venden ropa violeta, la gente la compra, y las calles se visten de violeta. 
Pero… un momento… ¿quién tiene la autoridad y el poder para decidir que este año será el color violeta?
Bueno, uno puede creer que son los dueños de la industria textil, porque son ellos los que deciden qué fabricar y de que color. Ellos deciden el color de ropa que va a haber en los negocios.
Pero esto no es tan así, porque el resto de personas, es decir nosotros, decidimos si entramos en este juego o no. Nosotros en realidad podemos comprar y usar la ropa que nosotros queremos. Nosotros decidimos, ya sea consciente o inconscientemente.
 Nuestro poder siempre reside en nosotros. Aunque lo ignoremos. Aunque lo neguemos.
Cuando es de forma consciente podemos elegir en libertad.
Pero cuando es de manera inconsciente solo estamos reaccionando, estamos siendo controlados por impulsos que ni siquiera notamos, no estamos eligiendo, algo en nosotros lo está haciendo por nosotros. Somos robots o esclavos que obedecen y reaccionan de acuerdo a lo esperado por los demás. Hemos perdido el poder a la autoridad sobre nosotros mismos, es decir, sobre nuestra realidad.

Ejemplo 2:

Juan te dice algo feo, algo que te hiere psicológicamente/emocionalmente.
 La intención de Juan es hacerte sentir mal.
Si tú no crees lo que Juan dijo, si uno no lo acepta, eso que fue dicho se disuelve en la nada. Desaparece.
 Pero si uno lo cree, eso lo hace realidad. Uno empieza a sentirlo que como real, vivirlo como real, dicho en otras palabras, uno lo hace real. Uno coopera sin querer con su intención de lastimarte, reaccionando de forma inconsciente y completando la intención Juan. Es como si Juan nos hubiera utilizado a nosotros para crear ese mal. Y nosotros sin saberlo lo hemos ayudado. Vaya putada!

Cada uno de nosotros tiene un poder y energía inmensos, el poder de creer o no creer en algo. El poder de aceptar o no aceptar algo. El poder de hacer o no algo realidad.
La contracara de esto es que ese poder, esa energía, puede ser usada tanto para crear como para destruir. Pero hay buenas noticias: esto también está en uno.
Para eso uno tiene que empezar a hacerlo consciente, es decir, empezar a prestar atención a qué cosas estamos aceptando/creyendo cada día, en cada acto de nuestras vidas.
Ese nivel de consciencia determinará cuanta libertad tenemos para crear nuestra realidad o cuanto poder tiene tu inconsciente para creer la suya propia, es decir una realidad que no sabemos de donde salió y que no nos agrada en absoluto.
Ejemplo 3:

Hace unos años, la gente no creía que la tierra era plana. La tierra era plana! Como todos lo aceptaban y creían, eso en ese momento era REAL. Esa era una verdad aceptada por todos.
De la misma manera, en el año 2019 seguimos creyendo un montón de cosas arcaicas, que en su momento eran verdad pero ya han caducado y ahora son destructivas.

Ese poder, esa energía no se pueden parar ni detener. Y aunque no queramos ni nos demos cuenta estamos a cada momento de nuestras vidas pensando, aceptando y creyendo cosas, es decir conformando nuestra realidad.
Incluso lo que uno más teme termina sucediendo, por ejemplo: si pienso todos los días que no me quiero enfermar voy a terminar enfermo, porque he pensado en mí enfermo con la emoción del miedo. Me imagino enfermo cada vez que pienso que no quiero enfermarme y eso termina sucediendo.
En cada momento estamos aceptando y creyendo algo. Esto es imparable, como la vida misma.

Por eso cuidemos bien lo que nos creemos, lo que nos repetimos a nos mismos todos los días. Lo que pensamos todo el tiempo.
Porque eso que tú llamas “realidad” amigo mío, lo estás construyendo tú mismo sin saberlo. Ladrillo a ladrillo, palabra a palabra, pensamiento a pensamiento, emoción a emoción, en cada segundo de tu vida. Cada día.
Esto es así.
Y no para.
Y no va a parar.
Cuidado con lo que creemos, porque eso se termina manifestando como real.

Cada uno es el Dios creador de su mundo.

Restablece ese poder creador en ti.

jueves, 28 de marzo de 2019

La mente es inquietud misma


Interrogador: Busco la paz de la mente. Llegué a estar enormemente disgustado con todas las cosas crueles hechas por los presuntos cristianos en el nombre de Cristo. Durante algún tiempo estuve sin religión. Entonces me sentí atraído por el Yoga.

Mah: ¿Qué ganó usted?

Int: Estudie la filosofía del Yoga y eso me ayudó.

Mah: ¿De qué manera le ayudó? ¿Por cuáles signos concluyó usted que ha sido ayudado?

Int: La buena salud es algo enteramente tangible.

Mah: No hay duda de que es muy agradable sentirse bien. ¿Es placer todo lo que usted esperaba del Yoga?

Int: El gozo del bienestar es la recompensa del Hatha Yoga. Pero el Yoga en general aporta más que eso. Da respuesta a muchas preguntas.

Mah: ¿Qué entiende usted por Yoga?

Int: Toda la enseñanza de la India —la evolución, la reencarnación, el karma y todo lo demás.

Mah: Perfecto, usted ha adquirido todo el conocimiento que quería. ¿Pero de qué manera se ha beneficiado de ello?

Int: Me aportó paz de mente.

Mah: ¿Lo hizo? ¿Está su mente en paz? ¿Ha terminado su búsqueda?

Int: No, todavía no.

Mah: Naturalmente. Eso no tendrá ningún fin, debido a que no hay ninguna cosa tal como la paz de la mente. Mente quiere decir perturbación; la inquietud misma es la mente. El Yoga no es un atributo de la mente, ni tampoco un estado de la mente.

Int: Alguna medida de paz saqué del Yoga.

Mah: Examine atentamente y verá que la mente hierve de pensamientos. Puede quedarse en blanco ocasionalmente, pero solo por un tiempo y de nuevo revierte a su inquietud habitual. Una mente encalmada no es una mente en paz.
Usted dice que quiere pacificar su mente. ¿Está en paz ese mismo que quiere pacificar la mente?

Int: No. Yo no estoy en paz, por eso recurro a la ayuda del Yoga.

Mah: ¿No ve la contradicción? Durante muchos años ha buscado la paz de la mente. Usted no podía encontrarla, pues una cosa esencialmente inquieta no puede estar en paz.

Int: Hay alguna mejora.

Mah: La paz que pretende haber encontrado es muy precaria; cualquier pequeñez puede perturbarla. Lo que usted llama paz es solo ausencia de perturbación. Apenas merece este nombre. La paz real no puede ser perturbada. ¿Puede usted pretender a una paz de mente que es inexpugnable?

Int: Me esfuerzo en ello.

Mah: Esforzarse demasiado es una forma de inquietud.

Int: ¿Así pues, que queda?

Mah: El sí mismo no necesita ser puesto en reposo. Es la paz misma, no está en paz. Solo la mente es inquieta. Todo lo que ella conoce es la inquietud, con sus múltiples modos y grados. Lo agradable se considera superior y lo penoso se elude. Lo que nosotros llamamos progreso es meramente un cambio de lo desagradable a lo agradable. Pero los cambios por sí mismos no nos llevan a lo que es sin cambio, pues todo lo que tiene un comienzo debe tener un final. Lo real no comienza; solo se revela a sí mismo como sin comienzo y sin fin, omnipenetrante, todo poderoso, primer motor inmutable, atemporal, sin cambio.
Int: ¿Así pues qué tiene uno que hacer?
Mah: A través del Yoga usted ha acumulado conocimiento y experiencia. Esto no puede negarse. ¿Pero de qué utilidad es todo eso para usted? Yoga significa unión, junción. ¿Qué ha reunido usted, qué ha juntado?
Int: Estoy intentando volver a unir la personalidad al sí mismo real.
Mah: La personalidad es solo un producto de la imaginación. El sí mismo es la víctima de esta imaginación. Es el hecho de tomarse a usted mismo por lo que usted no es, lo que le tiene atrapado. No puede decirse que la persona exista por su derecho propio; es el sí mismo el que cree que hay una persona y el que es consciente de ser esa persona. Más allá del sí mismo está lo no manifestado, la causa sin causa de todo. Incluso hablar de reunir a la persona con el sí mismo no es correcto, debido a que no hay ninguna persona, solo una imagen mental a quien se da una realidad falsa por convicción. Nada fue dividido y no hay nada que unir.
Int: El Yoga ayuda en la búsqueda y en el encuentro del sí mismo.
Mah: Usted puede encontrar lo que ha perdido. Pero usted no puede encontrar lo que no ha perdido.
Int: Si yo no hubiera perdido nunca nada, habría sido un iluminado. Pero no lo soy. Estoy buscando. ¿No es mi búsqueda misma una prueba de que he perdido algo? Mah: Su búsqueda solo muestra que usted cree que ha perdido algo. ¿Pero quién lo cree? ¿Y qué cree que ha perdido? ¿Ha perdido usted a una persona como usted mismo? ¿Cuál es el sí mismo que está buscando? ¿Qué espera encontrar exactamente?
Int: El verdadero conocimiento del sí mismo.
Mah: El verdadero conocimiento del sí mismo no es un conocimiento. No es algo que usted encuentra buscando, mirando por todas partes. No puede ser encontrado en el espacio o en el tiempo. El conocimiento es solo memoria, un modelo de pensamiento, un hábito mental. Todos éstos están motivados por el placer y el dolor. Se debe a que usted es aguijoneado por el placer y el dolor por lo que está a la búsqueda de conocimiento. Ser uno mismo es completamente más allá de toda motivación. Usted no puede ser usted mismo por alguna razón. Usted es usted mismo, y no se necesita ninguna razón.
Int: Haciendo Yoga encontraré la paz.
Mah: ¿Puede haber paz aparte de usted mismo? ¿Está hablando de su propia experiencia o solo de libros? Su conocimiento por los libros es útil para comenzar, pero debe abandonarse pronto por la experiencia directa, que por su naturaleza misma es inexpresable. Las palabras pueden usarse para la destrucción también; las imágenes están construidas de palabras, y pueden destruirse con palabras. Usted se ha metido en su estado presente por medio del pensamiento verbal; debe salir de él de la misma manera.
Int: Yo he alcanzado un grado de paz interior. ¿He de destruirlo?
Mah: Lo que ha sido alcanzado puede ser perdido nuevamente. Solo cuando realice la verdadera paz, la paz que nunca ha perdido, esa paz permanecerá con usted, pues jamás se había ausentado. En lugar de buscar lo que usted no tiene, encuentre usted qué es eso que nunca ha perdido. Eso que está ahí antes del comienzo y después del final de todo; eso para lo que no hay ni nacimiento, ni muerte. Ese estado inmutable, que no es afectado por el nacimiento y la muerte de un cuerpo o de una mente, usted debe percibir ese estado.
Int: ¿Cuáles son los medios para tal percepción?
Mah: En la vida no puede tenerse nada sin vencer obstáculos. Los obstáculos a la percepción clara del verdadero ser de uno son el deseo de placer y el miedo del dolor. Es la motivación placer-dolor lo que obstaculiza la vía. La liberación misma de toda motivación, el estado en el que no surge ningún deseo es el estado natural.
Int: ¿Necesita tiempo tal abandono de los deseos?
Mah: Si usted lo deja al tiempo, se necesitarán millones de años. Abandonar un deseo tras otro es un proceso lento cuyo fin no se ve nunca. Deje en paz a sus deseos y miedos, ponga toda su atención en el sujeto, en el que está detrás de la experiencia del deseo y del miedo. Pregunte usted: ¿quién desea? Deje que cada deseo le retrotraiga a usted mismo.
Int: La raíz de todos los deseos y temores es la misma —el anhelo de felicidad.
Mah: La felicidad que usted puede pensar y anhelar, es mera satisfacción física o mental. Tal placer sensorial o mental no es la felicidad real, la felicidad absoluta.
Int: Incluso los placeres sensoriales y mentales y el sentido de bienestar general que surge con la salud física y mental, deben tener sus raíces en la realidad.
Mah: Tienen su raíz en la imaginación. Un hombre a quien se le da una piedra y se le asegura que es un diamante preciadísismo estará enormemente complacido hasta que se dé cuenta de su error; de la misma manera, los placeres pierden su sabor y los sufrimientos sus espinas cuando se conoce el sí mismo. Ambos se ven como son —respuestas condicionadas, meras reacciones, simples atracciones y repulsiones basadas sobre recuerdos o preconcepciones. Usualmente tanto el placer como el sufrimiento se experimentan cuando se esperan. Todo es cuestión de hábitos y de convicciones adquiridos.
Int: Bien, el placer puede ser imaginario. Pero el sufrimiento es real.
Mah: El sufrimiento y el placer van siempre juntos. La liberación de uno significa la liberación de ambos. Si usted no se preocupa del placer, no tendrá miedo del sufrimiento. Pero hay la felicidad que no es ninguno de ambos, que es completamente más allá. La felicidad que usted conoce es descriptible y mensurable. Es objetiva, por así decir. Pero lo objetivo no puede ser suyo propio. Sería un grave error identificarse a usted mismo con algo externo. Esta mezcla de niveles no conduce a ninguna parte. La realidad es más allá de lo subjetivo y de lo objetivo, más allá de todos los niveles, más allá de toda distinción. Definitivamente, la realidad no es el origen del sufrimiento y del placer, no es su fuente o su raíz. Éstos vienen de la ignorancia de la realidad, no de la realidad misma, que es indescriptible, más allá del ser y del no ser.
Int: He seguido a muchos maestros, he estudiado muchas doctrinas, y sin embargo ninguno me ha dado lo que yo quería.
Mah: El deseo de encontrar el sí mismo ciertamente se cumplirá, provisto que usted no quiera nada más. Pero debe ser honesto con usted mismo y no querer realmente nada más. Si mientras tanto usted quiere otras muchas cosas y se ocupa de lograrlas, su propósito principal puede retrasarse hasta que usted crezca en sabiduría y deje de dividirse entre impulsos contradictorios. Vaya usted dentro, sin vacilar, sin mirar nunca hacia fuera.
Int: Pero mis deseos y mis miedos están todavía aquí.
Mah: ¿Dónde están sino en su memoria? Dése cuenta de que su raíz está en la expectativa nacida de la memoria —y dejarán de obsesionarle.
Int: He comprendido muy bien que el servicio social es una tarea sin fin, debido a que la mejora y la decrepitud, el progreso y el declive, van siempre juntos. Podemos verlo por todas partes y a todos los niveles. ¿Qué permanece?
Mah: Cualquier trabajo que haya emprendido —complételo. No asuma nuevas tareas, a menos de que sean requeridas por una situación concreta de sufrimiento y de alivio del sufrimiento. Encuéntrese a usted mismo primero, y de ahí se seguirán bendiciones sin fin. Nada aprovecha al mundo tanto como el abandono de los provechos. Un hombre que ya no piensa las cosas en términos de pérdida y de ganancia es el hombre verdaderamente no violento, porque está más allá de todo conflicto.
Int: Sí, yo he estado siempre atraído por la idea de ahimsa (no violencia).
Mah: Primariamente, ahimsa significa lo que dice: «No hacer daño». No es hacer el bien lo que viene primero, sino dejar de hacer daño, no aumentar el sufrimiento. Agradar a los demás no es ahimsa.
Int: Yo no estoy hablando de agradar, pero estoy completamente por ayudar a los demás.
Mah: La única ayuda digna de ser dada es la que libera en adelante de la necesidad de ayuda. La ayuda repetida no es ayuda en absoluto. No hable de ayudar a otro, a menos de que usted le ponga más allá de toda necesidad de ayuda.
Int: ¿Cómo va uno más allá de la necesidad de ayuda, y cómo puede uno ayudar a otro a hacer lo mismo?
Mah: Cuando usted ha comprendido que toda existencia, en separación y limitación, es dolorosa, y cuando usted quiere y es capaz de vivir integralmente, en unidad con toda la vida, como puro ser, usted ha ido más allá de toda necesidad de ayuda. Usted puede ayudar a otro mediante el precepto y el ejemplo y, sobre todo, por su ser (de usted). Usted no puede dar lo que no tiene y usted no tiene lo que no es. Usted solo puede dar lo que usted es —y de eso puede dar ilimitadamente.
Int: ¿Pero es verdad que toda existencia es dolorosa?
Mah: ¿Cuál otra puede ser la causa de esta búsqueda universal del placer? ¿Busca un hombre feliz la felicidad? ¡Cuán inquietas están las gentes, cuán constantemente agitadas! Es porque sufren por lo que buscan alivio en el placer. Toda la felicidad que pueden imaginar está en la garantía del placer repetido.
Int: Si lo que yo soy, como yo soy, la persona por quien me tomo, no puede ser feliz, ¿qué tengo que hacer entonces?
Mah: Usted solo puede dejar de ser —como usted parece ser ahora. No hay nada cruel en lo que digo. Despertar a un hombre de una pesadilla es compasión. Usted viene aquí debido a que sufre, y todo lo que yo digo es: despierte, conózcase a usted mismo, sea usted mismo. El fin del sufrimiento no está en el placer. Cuando usted se da cuenta de que usted es más allá del sufrimiento y del placer, remoto e inexpugnable, entonces cesa la persecución de la felicidad, y también la aflicción resultante. Pues el sufrimiento aspira al placer y el placer acaba en el sufrimiento, inexorablemente.
Int: ¿En el estado último no puede haber ninguna felicidad?
Mah: Ni aflicción. Solo libertad. La felicidad depende de una cosa u otra y puede perderse; la libertad de todo no depende de nada y no puede perderse. La libertad de la aflicción no tiene ninguna causa, y por lo tanto, no puede ser destruida. Realice esa libertad.
Int: ¿No he nacido yo para sufrir como resultado de mi pasado? ¿Es siquiera posible la libertad? ¿Acaso he nacido yo por mi propia voluntad? ¿Acaso no soy yo solo una criatura?
Mah: ¿Qué es el nacimiento y la muerte sino el comienzo y el fin de una corriente de aconteceres en la consciencia? Debido a la idea de separación y de limitación son dolorosos. Al alivio momentáneo del sufrimiento nosotros lo llamamos placer —y construimos castillos en el aire en la esperanza de un placer sin fin al que llamamos felicidad. Todo ello es incomprensión y abuso. Despierte usted, vaya más allá, viva realmente.
Int: Mi conocimiento es limitado, mi poder insignificante.
Mah: Puesto que es la fuente de ambos, el sí mismo es más allá tanto del conocimiento como del poder. Lo observable está en la mente. La naturaleza del sí mismo es pura presenciación, pura presencia, inafectada por la presencia o la ausencia de conocimiento o de predilección alguna.
Tenga usted su ser fuera de este cuerpo de nacimiento y de muerte y todos sus problemas estarán resueltos. Ellos solo existen debido a que usted se cree a usted mismo nacido para morir. Desengáñese y sea libre. Usted no es una persona.
— del libro “YO SOY ESO” de Nisargadatta Maharaj
Según el diccionario de la RAE:
persona
Del lat. persōna 'máscara de actor', 'personaje teatral', 'personalidad', 'persona', este del etrusco φersu, y este del gr. πρόσωπον prósōpon.

domingo, 3 de marzo de 2019

¿DIOS EXISTE? RESPUESTA DE BUDA.


Una mañana un hombre le preguntó a Buda: «¿Existe Dios?».
Buda miró al hombre a los ojos y le dijo:
«No, Dios no existe».
Ese mismo día, por la tarde, otro hombre le preguntó: «¿Qué piensas acerca de Dios? ¿Existe Dios?».
Buda miró al hombre a los ojos y le dijo: «Sí, Dios existe».
Ananda (su discípulo), que estaba con él, se quedó muy confundido.
Pero esa tarde, a la puesta de Sol, otro hombre vino con una pregunta muy parecida, aunque formulada de forma distinta. El hombre dijo: «Hay gente que cree en Dios y hay gente que no cree en Dios. Yo no sé a quién creer. He venido a pedirte ayuda».
Ananda estaba muy interesado en oír la respuesta de Buda; en un mismo día Buda había dado 2 respuestas absolutamente contradictorias y ahora surgía una 3ra oportunidad (y no hay una tercera respuesta). Pero Buda le dio una tercera respuesta. No habló, cerró los ojos.
El hombre, al ver a Buda sentado con los ojos cerrados, pensó que quizás era esa la respuesta, así que se sentó junto a él con los ojos cerrados.
Transcurrió una hora y el hombre abrió los ojos, tocó los pies de Buda y dijo:
«Tu compasión es grande. Siempre te estaré agradecido por haberme dado la respuesta».
Ananda no podía creer lo que veía, porque Buda no había dicho una sola palabra… Y el hombre se marchó tan contento, totalmente satisfecho.
Entonces Ananda le dijo a Buda: «¡Esto es demasiado! Deberías pensar en mí; me vas a volver loco. Estoy al borde de un ataque de nervios. A un hombre le dices que Dios no existe, a otro hombre le dices que Dios existe y al tercero no le contestas. Y el tercero dice que ha recibido la respuesta, está contento y agradecido, y te toca los pies. ¿Me puedes explicar qué significa todo esto?».
Buda dijo: «Ananda, la primera cosa que debes recordar es que esas preguntas no las habías formulado tú; por lo tanto, esas respuestas no eran para ti. ¿Por qué te preocupas innecesariamente por los problemas de otra gente?... Primero soluciona tus propios problemas».
Ananda dijo: «Es cierto, esas no eran mis preguntas y las respuestas no iban dirigidas a mí… ¿Pero qué puedo hacer?...Tengo oídos y oigo, he oído y he visto, y ahora todo mi ser está confundido. ¿Cuál es la respuesta correcta?».
Buda dijo: «¿Correcta…? Lo correcto es la consciencia. El primer hombre era un teísta y quería que le reafirmase en su creencia de Dios. Vino con una respuesta -una respuesta hecha- solamente para que le reafirmase en su creencia y poder decir: “Estoy en lo cierto, incluso el propio Buda me ha dado la razón.” Por eso le he dado esa respuesta, solamente para perturbar su creencia, porque creer no es conocer.
»El segundo hombre era un ateo.
También ha venido con una respuesta, una respuesta hecha -que Dios no existe-, y quería que le reafirmase en su incredulidad para poder decir que pienso como él. Tuve que decirle: “Dios no existe.” Pero el propósito era el mismo.
»Si eres capaz de ver mi propósito, verás que no hay contradicción. Estaba perturbando la creencia preconcebida del primer hombre y la incredulidad preconcebida del segundo hombre. La creencia es afirmativa, la incredulidad es negativa, pero en realidad ambas son una misma cosa. No provienen de alguien que conoce; y ninguno de ellos era un verdadero buscador, ambos acarreaban prejuicios.
»El tercero era un verdadero buscador. No tenía ningún prejuicio, abrió su corazón y me dijo: “Hay gente que cree en Dios, y hay gente que no cree en Dios. Yo no sé a quién creer. He venido a pedirte ayuda.” Y la única ayuda que podía darle era una experiencia de consciencia silenciosa; las palabras son inútiles. Y cuando he cerrado mis ojos ha entendido el mensaje. Era un hombre con una cierta inteligencia: abierto, vulnerable. Y cerró los ojos.
»Al profundizar en el silencio, al volverse parte del campo de mi silencio y mi presencia, ha empezado a adentrarse en el silencio, a adentrarse en la consciencia. Cuando transcurrió una hora parecía como si sólo hubieran transcurrido unos minutos; no recibió ninguna respuesta en palabras, pero recibió la verdadera respuesta en silencio: no te preocupes acerca de Dios, no tiene ninguna importancia si existe o no. Lo que importa es la existencia del silencio, si existe o no la consciencia. Si eres silencioso y consciente, tú mismo eres Dios. Dios no es algo ajeno a ti: o eres una mente o eres Dios. En el silencio y en la consciencia, la mente se disuelve, desaparece, y se te revela la divinidad. Sin haberle dicho nada ha recibido la respuesta, y la ha recibido de una forma perfectamente correcta».La respuesta Ananda no está en quien responde si no en quien pregunta.